¿Qué significa el recorte de la producción petrolera?
José Grasso Vecchio.- En la reunión extraordinaria de la OPEP más Rusia el 4 de octubre, se acordó un recorte en la producción petrolera de 2.000.000 de barriles por día, equivalentes al 2% de su suministro global, con vigencia a partir de la primera semana de noviembre, justo antes de las elecciones de medio término en Estados Unidos, para elegir algunos gobernadores y renovar parcialmente el Congreso.
Según el comunicado emitido por la OPEP, se lee “que la decisión de reducir la producción se tomó a la luz de la incertidumbre que rodea las perspectivas económicas y del mercado petrolero mundial”. Por su parte el ministro de Energía de Arabia Saudita, Abdulaziz bin Salman, afirmó que “la OPEP está siendo proactiva en el ajuste de la oferta antes de una posible caída de la demanda, porque una economía global en desaceleración necesita menos combustible para los viajes y la industria. Estamos atravesando un período de diversas incertidumbres que podrían surgir en nuestro camino, es una nube que se está gestando», dijo la autoridad, y la OPEP buscó mantenerse a la vanguardia». El ministro saudí describió el papel del grupo como «una fuerza moderadora, para lograr la estabilidad».
Conviene destacar que tras la guerra de Rusia y Ucrania, el presidente Joe Biden trató de convencer a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait para que aumentaran la extracción de petróleo para así cubrir una eventual salida del mercado de una parte de la producción de Rusia con los efectos alcistas que ello podría haber tenido sobre los precios. Sin embargo, lo cierto es que la producción de la OPEP, la cual representa aproximadamente 40% de la oferta mundial, pasó de 27.981.000 barriles diarios en enero de 2022 a 29.767.000 barriles diarios en septiembre de ese mismo año, liderado este aumento principalmente por Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait e Iraq.
La producción de Rusia se ha mantenido en el entorno de los 9.800.000 barriles diarios antes y durante la guerra, debido a que ese país prefirió vender los crudos con grandes descuentos a China e India en lugar de disminuir la producción. Al comenzar las hostilidades en Ucrania, los precios aumentaron significativamente llegándose a cotizar a un máximo de US$ 139 por barril en marzo de 2021, lo que implicó un salto importante respecto a los US$ 80 por barril de diciembre de 2021. Esa situación provocó un flujo impresionante de recursos para Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Iraq y para los productores de Estados Unidos donde la producción en lo que ha transcurrido de 2022 ha aumentado en más 1.100.000 barriles diarios.
Con la aceleración de la inflación, en parte por el alza de los precios del petróleo, y los temores de una ralentización o eventual contracción de la economía, debido a una política monetaria más astringente y por la propia inflación, los precios de los hidrocarburos comenzaron a bajar pronunciadamente. A ello se agregó que el gobierno de Estados Unidos y la Unión Europea han estado estudiando imponer un techo al precio del petróleo de Rusia con el objeto de restringir el flujo de divisas que recibe, de manera que ningún comprador podría adquirir el barril a un precio mayor al preestablecido.
Para Rusia el petróleo y el gas representan casi el 40% de los ingresos fiscales, de allí su insistencia en siempre llegar a un acuerdo con la OPEP para defender los precios. Por esta razón es que Arabia Saudita y Rusia han logrado un entendimiento que amenaza con ir más allá del mero acuerdo comercial. De allí que la Administración Biden se esté planteando revisar las relaciones estratégicas con Arabia Saudita, en virtud de la protección militar que la nación americana le presta a la saudí. El gobierno de Biden interpretó que detrás de la decisión de la OPEP plus hay la intención de favorecer al Partido Republicano en las próximas elecciones de noviembre, dada la relación que existió entre Trump y Putin.
En el caso de que los precios del petróleo aumenten en el contexto de una recesión global se verán más afectados los países importadores de energía porque pagarán más por la factura energética y al mismo tiempo se les reducirán los mercados para sus exportaciones debido a la recesión mundial.
Luego del anuncio del citado corte de producción, los precios reaccionaron al alza, sin embargo en los días recientes han caído en la medida en que los temores de un estancamiento en 2022 y una probable recesión en 2023 cobran cada vez más fuerza. El panorama mundial para el próximo año se ve muy complejo, con presiones inflacionarias, la desaceleración en China y un año que estará marcado por la recesión en muchos países y de allí la necesidad de grandes acuerdos mundiales para resolver un tema de esta complejidad. Los Bancos Centrales de la gran mayoría de economías avanzadas elevan las tasas de interés para combatir la inflación, las condiciones financieras se están tornando más difíciles, sobre todo para las economías emergentes. Durante septiembre los bancos centrales más importantes del mundo enviaron una señal contundente a la comunidad financiera: los aumentos de tasas de interés van a seguir por un buen tiempo con todo lo que ello implica con impacto negativo en términos de actividad económica y empleo.
En conclusión vivimos y actuamos en un mundo cruzado por incertidumbres y dilemas de política económica y una compleja situación social y política a nivel mundial, que desaforadamente no cuenta con la institucionalidad apta para ser frente a ese panorama que permita coordinar un mínimo de acciones para estabilizar la economía global.
Temas de preocupación como la crisis climática, la de los alimentos, crisis social y conflictos violentos, entre otros. Sin lugar a dudas el manejo del tema climático ha sido un fracaso global y se requieren cambios drásticos para garantizar la subsistencia y la calidad de vida a las generaciones futuras.
A pesar de tantas dificultades con el esfuerzo conjunto se podrían superar todos estos obstáculos. El reto es enorme.
Abogado Universidad Católica Andrés Bello. Master en Derecho Comparado Southern Methodist University Dallas Texas; Advanced Management for Bankers Wharton School en Philadelphia. Inició su carrera bancaria en 1976, con más de 40 años de experiencia bancaria. Ha ocupado diversos cargos gerenciales y de dirección en importantes instituciones. Fundador y presidente ejecutivo de la Asociación Venezolana para el Síndrome de Down. Dictó clases de pregrado y postgrado en áreas de finanzas y banca en las principales Universidades del país.